Hace un año abrí una cuenta en twitter, con el objetivo de entrar en esa nueva red, ver "de qué iba". No he
twitteado sino que he seguido a los que
twittean. Y a pesar de que soy seguidora de todo tipo de organizaciones y personalidades nacionales e internacionales del ámbito social y político, debo confesar que los
twitts que seguí más atentamente fueron los de Diego Forlán...y bueno..ya sabemos que el corazon tiene razones que la razón no entiende :) Pero en estos días Twitter ha retomado su protagonismo gracias a Héctor Timmerman, el canciller argentino. (¿No está la tanto?
esta nota le cuenta lo más álgido) Desde el
issue "Daisy en la ducha" en
Facebook, el problema del quiebre de las formas gracias a las redes sociales no había vuelto al candelero. Pero este último caso es distinto. Daisy quería acercarse directamente al ciudadano común y establecer un contacto "no mediado", intentado evitar el ruido de la transmisión de los medios tradicionales. El tema clave es que en el caso de una figura política, los medios tradicionales no están dispuestos a quedarse afuera. El caso "Twitterman" sin embargo, tiene un matiz. El canciller no fue "atrapado" por los medios tradicionales, sino que usó
Twitter como una forma de "saltearse" a los medios tradicionales y dar su versión y opinión de hechos y circunstancias. Esto despertó molestias no sólo de asambleístas y políticos, sino también de periodistas. Esta nueva escaramuza de los políticos del Río de la Plata con las redes sociales nos muestra que todavía les falta "cancha" para manejar estos nuevos canales de comunicación. En el norte el camino recorrido es un poco más largo y les ha dado sus frutos. No olvidemos que las malas lenguas dicen que Obama le debe su triunfo al "libro de las caras".
Ana Inés
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