Dos tercios de los trabajadores encuestados en Gran Bretaña prefieren estar en cualquier lugar antes que ir a la Fiesta de Fin de Año en el trabajo. El 20% las odia y trata de no ir. Algunas de las razones que aducen: no les gustan los rumores del día después, están en contra de gastar tanto dinero en eso, malas experiencias en fiestas anteriores, aversión a la Navidad en general, rechazo a socializar con los compañeros de trabajo….Los encuestados marcaron su preferencia por celebrar entre los compañeros más cercanos frente a las grandes fiestas organizadas para toda la compañía. ¿Qué pensarán realmente los empleados uruguayos? ¿Seremos tan poco fiesteros como los británicos? ¿Serán tan insoportables las fiestas uruguayas que sólo se pasan gracias a que las amenizan Pettinati, Petru, el Tío Aldo…? De nuestra experiencia en diagnósticos organizacionales, la Fiesta de Fin de Año para los empleados es un evento muy requerido por ellos ¿Será porque en la mayoría de las empresas es casi el único momento del año en que se “atiende” a sus trabajadores?¿O porque la mayoría de las empresas son medianas y pequeñas y entonces se siente más “en familia” que en las británicas?¿tendremos menos miedo al ridículo que los ingleses y las que se animan con el escote y la minifalda, o los que terminan cantando con la corbata en la cabeza, no tienen tanto problema para presentarse al otro día en la oficina?... De todas formas no se puede negar que estos eventos son un dolor de cabeza para la mayoría de las empresas (hay ecxepciones, generalmente en algunas empresas con mucho presupuesto y personal interno o externo dedicado a organizarlas) Quienes las organizan se quejan porque "nunca están todos conformes" con el día, con la comida, con el show, con el lugar, porque es con la familia o porque no es con la familia, por lo que dijeron los directores o por lo que no dijeron...Lo que sí podemos decir desde una perspeciva técnica es que es bueno y necesario darle un cierre simbólico al año, agradecer lo realizado, celebrar los logros, integrar a los colaboradores. Ritos como este ayudan a fortalecer el sentido de pertenencia y hay gestos que se adaptan a cualquier presupuesto. A veces con menos, se consigue más.
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